Aprendiz de inglés. Esta es mi experiencia

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Foto: Archivo propio.

 Empecé a estudiar inglés a los 6 años con una profesora inglesa que venía a nuestra casa. Considero que gracias a ella mi base de vocabulario es sólida, pues lo que aprendí entonces casi jugando jamás se me ha olvidado. Un par de años después comencé con el inglés en el colegio. Durante toda la etapa escolar, mi conocimiento de la gramática inglesa avanzaba, pero sin oportunidad de ponerla en práctica; la producción oral brillaba por su ausencia. Al comenzar el bachillerato comencé a asistir a clases en el British Council, donde el sistema de enseñanza era excesivamente formal (nada que ver con el actual) y, además, mi formación seguía atada a un aula, sin viajar ni relacionarme con hablantes nativos.

La primera vez que tuve la oportunidad de usar la lengua inglesa en la vida real y fuera del ámbito escolar fue para ayudar a un matrimonio americano que intentaba cambiar sus billetes en una estación de tren de Madrid. Yo tendría unos 16 años y, al terminar, me preguntaron dónde había estudiado inglés. "¿Por qué? ¿Hablo mal?", pregunté. Su respuesta fue demoledora: Mi gramática era tan perfecta y tan de libro que tenían la sensación de estar hablando con alguien del siglo XIX. Al año siguiente aprobé el First Certificate, equivalente al B2, y durante toda mi carrera universitaria me esforcé por mejorar mi expresión oral y comprensión auditiva. Siempre tuve una alta motivación, estudiaba y practicaba para mi trabajo futuro. No obstante, nunca tuve la necesidad de utilizar la lengua inglesa para ninguno de mis empleos y, poco a poco, muchas cosas se fueron olvidando u oxidando en mi mente.

Hace casi seis años me mudé a Singapur por motivos personales. Desempolvé mi inglés, pero no tenía fluidez y, además, cometía muchos errores. Hablaba como un robot, sin naturalidad ninguna. Por suerte, como estaba en un entorno de inmersión con una interacción continua, eso fue mejorando. Me esforcé por entender la BBC y ha sido mi banda sonora durante todos estos años. Mi competencia auditiva ha mejorado hasta el punto de que ya no necesito subtítulos para ver una película o serie en versión original. También, a la hora de hablar me resulta más fácil corregir los errores porque ya no siento la obligación de tener que seguir aprendiendo inglés y ha desaparecido la ansiedad que a veces conlleva la exigencia. Comunico bien aun siendo consciente de los errores.

Ahora, recién llegada a España me doy cuenta de que tengo muy interiorizado y automatizado el inglés, pues hay muchas cosas de la vida cotidiana que me vienen a la mente en esa segunda lengua antes que en mi lengua materna. 

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